
La lucha que se camina desde el CRIC, es la memoria viva de nuestros mayores y mayoras, una herencia que desde la rebeldía de la palabra, sigue echando raíz en este gran territorio.
Estos días de minga han estado acompañados por la fuerza del sol y la frescura de la lluvia que de repente aparece; la guardia indígena desde las distintas zonas asume los turnos en cada uno de los puntos de resistencia ya posicionados sobre la vía, que durante este tiempo ha sido nuestra casa, el epicentro donde gritamos dignidad.
Mujeres y hombres de las distintas edades se han echado al hombro esta minga, se reparten actividades como la de traer leña, preparar los alimentos, estar en los turnos, reforzar las barricadas, mientras otros le hacen minga al arte, a la danza, al tejido, a cada uno de los espacios que nos llena de fuerza espiritual y con los que desde siembre hemos luchado.
Las autoridades y consejerías, sin descanso han echado a andar la palabra de la comunidad, han ido tejiendo la unidad con otros sectores porque algo que siempre hemos tenido claro, es que solo no podemos y es por ello que en medio de las diferencias nos tenemos que encontrar para alzar la voz desde los pueblos.
Como en toda minga es necesario aprovechar el tiempo para hacernos resistencia, por tal razón sobre la vía se ha realizado encuentros deportivos y artísticos, al igual que una jornada para hablar de las violencias sexuales, porque como se dijo “la autonomía no es posible si hay patriarcado” y pues que mejor que este espacio para ver desde adentro como estamos y como posicionamos la lucha de las mujeres en esta lucha.
Los y las jóvenes que con fuerza caminan, han hecho de este escenario un espacio de reflexión y alegría, han ido tejiendo con cada uno de los pueblos la claridad de continuar en la defensa del territorio, partiendo desde el arte, una parte fundamental para echar raíz desde la identidad cultural, bastante necesaria en este tiempo.
Así mismo, comunicadores y comunicadoras de los distintos territorios han palabrandado la minga, contando con letras, imágenes y voces la lucha de los pueblos sin dueños, la lucha del comunero y comunera que salió de su territorio, dejando su huerta, sus animalitos para garantizar los derechos no solo de su familia, sino de todo un pueblo.
La minga es nuestra familia, nuestra casa y por eso la defendemos, la minga somos todos. Acá no hay terrorismo, solo gente indignada por el mal gobierno, que no se quiere acostumbrar a la estrategia de muerte impulsada por la “gente de bien” de este país.
Este es nuestro rincón desde donde le apostamos a la libertad de autonomía desde las comunidades, un camino bastante largo y en que seguiremos tejiendo la lucha con otros pueblos que están en las mismas, así que la minga seguirá caminando, no por obligación, sino por la convicción sembrada en cada corazón de que este es el camino.
Por: tejido de comunicación para la verdad y la vida